PROFECÍAS DE JESÚS SOBRE
“LOS ÚLTIMOS TIEMPOS, LA IGLESIA Y EL MUNDO”
DICTADOS Y REVELADOS A MARÍA
VALTORTA, EN LOS CUADERNOS DE 1943
Dice Jesús:
Cuando llegue el
tiempo, muchas estrellas serán arrastradas por los lazos de Lucifer, quien para
vencer tiene necesidad de disminuir las luces a las almas.
Esto podrá suceder porque no sólo los laicos, sino también los
eclesiásticos han perdido, y pierden cada vez más, la firmeza de fe; de
caridad, de fortaleza, de pureza, y de desapego de las seducciones del mundo,
que son virtudes necesarias para permanecer en la órbita de la luz de Dios.
¿Comprendéis quiénes son las estrellas de las cuales hablo?
Son aquellos que Yo he definido como la sal de la tierra y luz del
mundo: mis ministros.
Es propósito de la aguda malicia de Satanás apagar, arrastrándolas, a
éstas luminarias que son luces reflejantes de mi Luz hacia las multitudes. Si
con tanta luz que la Iglesia sacerdotal todavía emana, las almas se hunden cada
vez más en las tinieblas, es lógico que las tinieblas abrumarán a la gente
cuando muchas estrellas se apaguen en mi cielo.
Satanás lo sabe y siembra sus semillas para preparar la debilidad del
sacerdocio, a fin de poder hacerlo caer fácilmente en pecado, no tanto de
sensualidad como de pensamiento.
En el caos mental, será para él fácil provocar el caos espiritual. En el
caos espiritual, los débiles, delante de los desbordamientos de las
persecuciones, cometerán el pecado de cobardía, renegando de la fe.
La Iglesia no morirá porque Yo estaré con ella; pero conocerá horas de
tinieblas y horror semejantes a las de mi Pasión, multiplicadas en el tiempo
porque así debe ser.
La Iglesia debe sufrir como sufrió su Creador, antes de morir para
resucitar eternamente.
La Iglesia debe sufrir más prolongadamente porque la Iglesia no es, en
sus miembros, perfecta como su Creador, y si Yo sufrí unas horas, ella debe
sufrir semanas y semanas de horas.
Así como surgió perseguida y alimentada de poder sobrenatural en los
primeros tiempos y en sus mejores hijos; así, igualmente, le sucederá cuando
vengan los últimos tiempos; en los cuales ella existirá, subsistirá,
resistirá a la marea satánica y a las batallas del Anticristo con sus mejores
hijos. Selección dolorosa, pero justa.
Es lógico que en un mundo en el cual tantas luces espirituales se
apaguen se instaure, claramente, el breve pero tremendo reino del Anticristo,
generado por Satanás.
Así como Cristo fue engendrado por el Padre. Cristo Hijo del Padre,
generado por el Amor con la Pureza. El Anticristo, hijo de Satanás, será
generado por el odio con la triple impureza.
Como olivas entre las piedras del molino, los hijos de Cristo serán
perseguidos, exprimidos, triturados por la Bestia voraz. Pero no tragados,
porque la Sangre no permitirá que sean corroídos en el espíritu.
Como los primeros cristianos, los últimos serán segados como manojos de
espigas en la extrema persecución y la tierra beberá su sangre. Pero
bienaventurados eternamente por su perseverancia los que mueran fieles al Señor.
23- julio-43, página 260.
Dice Jesús:
Si se observa bien lo que sucede desde hace algún tiempo, especialmente
desde el inicio de este siglo que precede al segundo milenio, se puede llegar a
pensar que los siete sellos han sido abiertos.
Nunca como ahora, Yo estoy obrando para regresar entre vosotros con mi
Palabra a reunir los grupos de mis elegidos para iniciar, con ellos y con mis
ángeles, la batalla contra las fuerzas ocultas que trabajan para agrandar las
puertas del abismo y arrojar por ellas a la humanidad.
Guerra, hambre, epidemias, instrumentos de homicidio bélico, ―que son
mayores que las bestias feroces mencionadas por el Predilecto―, terremotos,
señales en el cielo, erupciones de las entrañas del suelo y llamadas milagrosas
a caminos místicos de almas humildes movidas por el Amor, persecuciones contra
mis seguidores, elevación de almas y degradación de cuerpos, nada falta en las
señales por las cuales puede pareceros próximo del momento de mi Ira y de mi
Justicia.
En el horror que percibís, exclamáis: "El tiempo ha llegado, más
tremendo que esto no puede ser!". Y clamáis fuertemente para que esto
termine. Los culpables claman burlándose y maldiciendo como siempre; los buenos
claman porque no pueden ver que el Mal triunfe sobre el Bien.
¡Tened paz, mis elegidos! Un poco más y Llegaré. La suma de sacrificio necesaria para
justificar la creación del hombre y el Sacrificio del Hijo de Dios no está
todavía completa. Todavía no ha
terminado el reagrupamiento de mis ejércitos, y los ángeles de la Señal no han
puesto todavía el sello glorioso sobre todas las frentes de los que han
merecido ser elegidos a la gloria.
La infamia de la tierra es tal que su humo, poco distinto al que brota
de la morada de Satanás, sube hasta los pies del trono de Dios con furia
sacrílega. Antes de la aparición de mi Gloria es necesario que oriente y
occidente sean purificados para ser dignos de presentarse ante mi Rostro.
Las plegarias y los sufrimientos de mis santos, de los amados de mi
Corazón, de los ya señalados con mi Señal: la Cruz bendita, antes que los
ángeles de la Señal los hayan marcado, serán el incienso que purifica y aceite
que consagra el grande e ilimitado altar donde la última Misa será celebrada
por Mí, Pontífice eterno; y el altar será compartido con todos los santos que
el cielo y la tierra tendrán en aquella hora.
Es sobre la tierra que la señal se graba, y es vuestra voluntad que la
graba. Después los ángeles la llenan de un oro incandescente que no desaparece,
que hace resplandecer como sol vuestra frente en mi Paraíso.
Grande es el horror de ahora, amados míos, pero ¡cuánto, cuánto todavía
ha de aumentar para ser el Horror de los últimos tiempos! Si os parece que
ajenjo se ha mezclado al pan, al vino, al sueño del hombre, mucho, mucho, mucho
más ajenjo debe todavía caer sobre vuestras aguas, sobre vuestras mesas, sobre
vuestros lechos antes de que hayáis alcanzado la amargura total, que será la
compañera de los últimos días de esta raza creada por el Amor, salvada por el
Amor y que se ha vendido al Odio.
Si Caín anduvo errante por la tierra por haber derramado una sangre
inocente, pero siempre sangre contaminada con la culpa de origen, y no encontró
quien le quitase el tormento del recuerdo, y procreó en la amargura, vivió en
la amargura y en la amargura murió, porque la señal de Dios estaba sobre él
para su castigo, ¿qué no debe sufrir la raza del hombre que mató de hecho y
mata, con el deseo, la Sangre inocentísima que lo ha salvado?
Por esto, concluid que éstos son avances, pero no es todavía la hora.
Están ya los precursores de aquel que he dicho que puede llamarse: "Negación",
"Mal hecho carne", "Horror", "Sacrilegio",
"Hijo de Satanás", "Venganza", "Destrucción", y
podría continuar dándole nombres claramente indicativos. Pero él no existe
todavía.
Será una persona muy en alto, en alto como un astro. No un astro humano
que brille en un cielo humano, sino un astro de una esfera sobrenatural, el
cual, cediendo al halago del Enemigo, conocerá la soberbia después de la
humildad, el ateísmo después de la fe, la lujuria después de la castidad, el
hambre de oro después de la evangélica pobreza, la sed de los honores, después
de una vida escondida.
Será menos pavoroso ver caer una estrella del firmamento, que ver
precipitarse en los lazos de Satanás esta criatura ya elegida, la cual de su
padre de elección copiará el pecado. Lucifer, por soberbia, se convirtió en el
Maldito, el Oscuro. El Anticristo, por soberbia de una hora, se convertirá en el maldito y
el oscuro después de haber sido un astro de mi ejército...
Los cielos se sacudirán con un estremecimiento de horror y hará temblar
las columnas de mi Iglesia en el espanto que ocasionará el derrumbe de esta
criatura, que como premio de su abjuración obtendrá la ayuda completa de
Satanás, el cual le dará las llaves del pozo del abismo para que lo abra. Pero lo abrirá del
todo para que salgan los instrumentos de horror, que en los milenios Satanás ha
fabricado para llevar a los hombres a la total desesperación, de manera que
ellos mismos invoquen como rey a Satanás, y corran en seguimiento del
Anticristo, el único que podrá abrir las puertas del abismo para hacer salir al
Rey del abismo, así como Cristo ha abierto las puertas del Cielo para hacer
salir la gracia y el perdón, que hacen a los hombres semejantes a Dios y reyes
de un Reino eterno en el cual el Rey de reyes soy Yo.
Como el Padre me ha dado a Mí todo poder, así Satanás dará a él todo
poder, especialmente el poder de seducción, para arrastrar en su seguimiento a
los débiles y a los quemados por las fiebres de las ambiciones como lo es él
mismo, su guía. Pero en su desenfrenada ambición considerará todavía muy escasas las
ayudas sobrenaturales de Satanás y buscará otras ayudas con los enemigos de
Cristo, los cuales, en su lujuria con el mal, lo ayudarán y se empeñarán en
crear armas cada vez más mortíferas, para sembrar desesperación en las gentes
hasta que Dios diga su "Basta" y los pulverice con el
resplandor de su presencia. (Derrota del Anticristo, pero no Juicio Universal).
No por sed buena y por deseo honrado de poner freno al mal imperante,
sino más bien por curiosidad inútil, mucho, demasiado se ha especulado, en los
siglos, sobre lo que Juan dice en el capítulo 10 del Apocalipsis. Pero entiende
María, que Yo permito que se sepa lo que puede ser útil saber y oculto lo que
encuentro conveniente que no sepáis.
Sois demasiado débiles, pobres hijos míos, para conocer el nombre de
honor de los "siete truenos" apocalípticos. Mi ángel le dijo a
Juan: "Sella lo que han dicho los siete truenos y no lo escribas":
Juan no lo ha escrito y Yo no lo diré. Yo digo que lo que está sellado no
es todavía la hora de que se abra.
Por lo demás a vosotros no os toca probar ese horror y por eso... No os
corresponde sino orar por los que lo deberán sufrir, para que la fuerza no
naufrague en ellos y no pasen a formar parte de la multitud de los que bajo el
azote del flagelo no harán penitencia y blasfemarán a Dios en lugar de llamarlo
en su ayuda.
Muchos de éstos están ya sobre la tierra y su semilla será siete veces
siete más demoníaca que ellos.
Yo, no mi ángel. Yo mismo juro que cuando haya terminado el trueno de la
séptima trompeta y terminado el horror del séptimo flagelo, sin que la raza de
Adán reconozca a Cristo Rey, Señor, Redentor y Dios, e invoque su Misericordia,
su Nombre en el cual está la salvación, Yo, por mi Nombre y por mi Naturaleza,
juro que detendré el momento en la eternidad. Terminará el tiempo y comenzará
el Juicio. El Juicio que divide eternamente el Bien del Mal, después de
milenios de convivencia sobre la tierra.
El Bien volverá a la fuente de la cual ha venido. El Mal se precipitará
donde ya había sido arrojado desde el momento de la rebelión de Lucifer y de
donde salió para perturbar la debilidad de Adán seduciéndolo en el sentido y el
orgullo.
Entonces el misterio de Dios se cumplirá. Entonces conoceréis a Dios.
Todos, todos los hombres de la tierra, desde Adán hasta el último nacido, reunidos
como granos de arena sobre la duna de la playa eterna, verán a Dios Señor,
Creador, Juez, Rey.
Si, veréis a este Dios que habéis amado, blasfemado, seguido, burlado,
bendecido, despreciado, servido, olvidado. Lo veréis. Sabréis entonces cuánto
merecía vuestro amor y cómo era meritorio el servirlo.
¡Oh! alegría de los que se habrán consumido a sí mismos en el amarlo y
obedecerlo! ¡Oh! terror de los que han sido sus Judas, sus Caínes, los que han
preferido seguir al Antagonista y al Seductor en lugar del Verbo humanizado en
el cual está la Redención; del Cristo: Camino al Padre; de Jesús: Verdad
santísima; del Verbo: Vida verdadera.
20- agosto-43, página 145.
Dice Jesús:
Te dije anteriormente que en esta moderna tragedia, ya están en
movimiento las fuerzas de Satanás, el cual ha enviado ya a sus ángeles negros a
instigar a las naciones de la tierra una contra la otra. La Batalla
sobrenatural se ha iniciado. Existe detrás de los bastidores de la pequeña
batalla humana.
Pequeña no por amplitud de tamaño, sino por motivación. No es, no es el
pequeño motivo humano el origen de ella. No lo es. Es otro el verdadero motivo
que convierte a los hermanos en fieras homicidas que mutuamente se muerden y
matan.
Peleáis con vuestros cuerpos. Pero en realidad son las almas las que
combaten.
Lucháis por orden de cuatro o cinco poderosos. Así lo creéis. No. Uno es
el ejecutor de esta ruina. Uno que está sobre la tierra, porque vosotros lo
queréis, pero no es de esta tierra. Es Satanás que maneja los hilos de esta
carnicería en la cual son más las almas que mueren que los cuerpos.
Es ésta una de las batallas iniciales. El reino del Anticristo tiene
necesidad de un cemento hecho de sangre y de odio para consolidarse.
Vosotros, que ya no sabéis amar, lo servís esmeradamente y os matáis
mutuamente, y maldecís a quien no tiene culpa de este mal vuestro: Dios, quien
lucha con sus ángeles para proteger lo que es suyo: la Fe en el corazón de los
cristianos, la Bondad en el corazón de los buenos.
Por ahora no soy Yo que hago la selección. Sois vosotros que os seleccionáis espontáneamente. Los que a pesar del
horror saben comprender que Dios es siempre Dios, o sea Bondad y Justicia, y
que la salvación está en seguir la Ley de Dios y separarse de los que niegan
esta verdad. Los primeros ascienden al encuentro con la Luz, los otros se
precipitan hacia las Tinieblas.
Verdaderamente Satanás trata, con sus demonios, intentar una segunda
escalada al Cielo. Pero rechazado por mi arcángel se precipita sobre la tierra
para vencer a Dios a través del corazón de sus hijos, puesto que cada alma que
se pierde es una derrota para Dios. Y Satanás lo logra fácilmente porque el
corazón de los hombres no tiene ya llama de espíritu. No tiene vida de
espíritu. Es un nudo de pecado en el cual prospera la triple lujuria que mata
al espíritu.
Bienaventurados los que han vencido por virtud de la sangre del Cordero
y han permanecido y permanecerán fieles siempre. Bienaventurados los que habrán
rechazado a Satanás y a sus halagos y no se habrán ofuscado por sus aparentes
triunfos, por sus esfuerzos tenebrosos en esta hora que él sabe que es breve
para su reino de maldición, y que permaneceréis fieles a Cristo y a su Iglesia,
dividida por la persecución anticristiana, mártir invencible como el gran
Mártir su Esposo, el Cristo Crucificado, pero renacida más bella, después de la
aparente muerte, para entrar glorificada en el Cielo, donde el Pontífice
verdadero la espera para celebrar las nupcias.
21- agosto-43, página 150.
Dice Jesús:
En el Apocalipsis parece que los períodos se confunden, pero no es así.
Sería mejor decir: se reflejan en los tiempos futuros con aspectos
siempre más grandiosos.
Ahora estamos en el período que Yo llamo de los precursores del
Anticristo.
Después vendrá el período del Anticristo que es el precursor de Satanás.
Aquel será ayudado por las manifestaciones de Satanás: las dos bestias
nombradas en el Apocalipsis. Será una etapa peor que la actual. El Mal crece
siempre más. Vencido el Anticristo, llegará un período de paz para dar tiempo a
los hombres, golpeados por el aturdimiento de las siete plagas y por la caída
de Babilonia, para refugiarse bajo mi señal.
La época anticristiana surgirá a su máxima potencia en su tercera
manifestación, o sea cuando tenga lugar la última venida de Satanás.
¿Habéis entendido? Es necesario creer, y no especular.
Verdaderamente tú has comprendido, porque no especulas. Los dictados no
se contradicen entre ellos. Se necesita saberlos leer con fe y simplicidad de
corazón.
Como alguien a quien urge hacer entender una cosa, Yo voy siempre
directo al punto que más importa y que en este caso es mi reino. Porque en mi
reino está la justificación de haberme encarnado y muerto. Porque en el reino
está la prueba de mi infinito poder, bondad, sabiduría. Porque en el reino está
la prueba de la vida eterna, de la resurrección de la carne, de mi poder de Juez.
Por eso cuando he hablado para explicar puntos concretos del
Apocalipsis, he puesto casi siempre como corona mi Juicio, mi triunfo, mi
reino, la derrota de Satanás en sí mismo, en su criatura (infernal), en sus
precursores.
Leed bien y veréis que no hay contradicción. Lo dicho, dicho.
27-agosto-43, página 288.
Dice Jesús:
Cuando hago que Sofonías diga que Yo quitaré todas las cosas de la
tierra, lo hago profetizar sobre lo que sucederá en la antevíspera de los
últimos tiempos, aquello que Yo posteriormente anuncié delineando bajo la
descripción de la ruina del Templo y de Jerusalén, de la destrucción del mundo,
y lo que profetizó el Predilecto en su Apocalipsis.
Los avisos se continúan. Se puede decir que, como en un edificio sagrado
construido para testimoniar la gloria del Señor, los avisos suben de pináculo
en pináculo, de profeta a profeta anteriores a Cristo, hasta la cumbre mayor
sobre la cual habla el Verbo durante su existencia como hombre, y después
descienden de pináculo en pináculo en los siglos, por boca de los profetas
subsiguientes a Cristo.
Es como un concierto que canta las alabanzas, las voluntades, las glorias
del Señor, y durará hasta el momento en el cual las trompetas angélicas
reunirán a los muertos de los sepulcros y los muertos del espíritu, los
vivientes de la tierra y los vivientes del Cielo, para que se postren delante
de la gloria visible del Señor y oigan la palabra de la Palabra de Dios,
aquella palabra que muchísimos han rechazado o abandonado, desobedecido,
burlado, despreciado, aquella Palabra que es Luz del mundo, y que el mundo no
quiso acoger prefiriendo las tinieblas.
Yo soy la cumbre del edificio de Dios. No puede haber palabra más alta y
verdadera que la mía. Pero mi espíritu está en la boca de las "palabras"
menores, porque cada cosa que habla de lo que es de Dios, es palabra
inspirada por Dios.
La carestía y la mortalidad de las epidemias serán algunas de las
señales precursoras de mi segunda venida. Con su dolorosa fuerza os llegarán
castigos creados para mortificaros y volveros a llamar a Dios, como una de las
selecciones entre los hijos de Dios y de Satanás.
La hambruna ocasionada por los saqueos y por las guerras malditas,
provocadas sin justificación de independencias nacionales sino únicamente por
ferocidad de poder y
soberbia de demonios con vestidos de hombres, y por otra parte señales
enviadas por querer de Dios, por medio del trastorno de leyes naturales, por
las cuales el hielo será amargo y esponjoso, el calor será ardiente y no
mitigado por las lluvias, las estaciones serán invertidas y tendréis sequía en
las estaciones de lluvias y lluvias en el tiempo de maduración de las cosechas,
y por esto, engañados los vegetales por repentinas tibiezas o desusadas
frescuras, florecerán fuera de tiempo y los árboles después de haber producido
, se recubrirán de nuevas e inútiles flores sin fruto que debilitarán la
planta, -porque cualquier desorden es nocivo y conduce a la muerte, recordadlo,
oh hombres-, y el hambre atormentará cruelmente esta raza malvada y enemiga de
Dios.
Los animales, privados de heno y de cereales, de granos y semillas,
perecerán por hambre, y por el hambre del hombre, serán sacrificados sin
darles tiempo a procrear.
Pájaros del cielo y peces de las aguas, manadas y rebaños, serán
atacados por todas partes para dar a vuestros vientres el alimento pues la
tierra lo producirá muy escasamente.
La mortalidad ocasionada por las guerras y las epidemias, por terremotos
y tempestades, arrojarán al más allá a buenos y malvados. A los primeros para
castigo vuestro, que privados de los mejores, iréis cada vez peor, los segundos
para su castigo pues tendrán, antes de la hora prevista, el infierno por
morada.
La víctima preparada por el Señor para purificar el altar de la Tierra
profanada por los pecados de idolatría, de lujuria, de odio, de soberbia,
seréis vosotros hombres, que pereceréis por decenas de millares bajo la guadaña
aguda de los rayos divinos. Como yerba cortada sobre un prado en abril, caeréis
los unos sobre los otros: las flores santas mezcladas con las venenosas, los
tiernos tallos mezclados con las punzantes espinas.
La mano de mis ángeles escogerá y separará los benditos de los malditos,
llevando a los primeros al Cielo y dejando a los segundos en los tridentes de
los demonios para pastura del infierno. Ser rey o mendigo, sabio o ignorante,
joven o viejo, militar o sacerdote, no establecerá diferencia o defensa contra
la muerte.
El castigo llegará y será tremendo. El ojo de Dios escogerá a los
elegidos, que serán las "luces" y se les llamará para que no
tengan que sufrir más por el ofuscamiento creado por los hombres unidos a
Satanás, y eliminará las "tinieblas" generadoras de tinieblas
porque están poseídas del padre de las tinieblas: Satanás.
El ojo de Dios, que penetra en los palacios, en las iglesias, en las
conciencias, ―y no hay obstáculo ni hipocresía que le impida ver―, escrutará en
el seno de la Iglesia: la Jerusalén de ahora, escrutará en el seno de las almas
y escribirá el decreto individual para los flojos, los indiferentes, los
tibios, los rebeldes, los traidores, los homicidas del espíritu, los deicidas.
No, no penséis que Dios no actuará por el bien o el mal de vuestras
obras. Yo os lo juro, lo juro a Mí mismo, lo juro por mi Justicia, lo juro con
triple juramento, Yo actuaré en vuestro beneficio por el bien que haréis, y
para vuestro castigo por el mal cometido.
Si a vosotros las inmundicias de la carne y de vuestra vida de animales
os producen escamas en los ojos de vuestra alma y os impide ver a Dios, a Dios
nada le impide ver. Mi mano será pesada con los que se deleitan de estar en el
lodo y en él quieren permanecer no obstante todas las invitaciones y los medios
que les doy para salir. Se convertirán en fango en el fango, porque en el fango
del pecado tienen el alimento preferido de su hambre impura.
El día se acerca, hijos que habéis renegado del Padre. El tiempo de la
Tierra es largo y breve a la vez.
¿Acaso no era ayer que gozabais de un honesto bienestar producido por la
paz y por las obras pacíficas que dan pan y trabajo? ¿Acaso no era ayer, oh
vosotros que vivís esta hora tremenda, que gozabais la alegría de la familia
sin separaciones ni reducida a cenizas, la alegría de los hijos en torno a la
mesa del padre, del matrimonio: el esposo junto a la esposa, del padre
inclinado sobre las cabezas de los niños como maestro y amigo?
¿Y ahora? ¿Dónde está todo esto? Rápido como el pájaro que vuela en playas
lejanas, aquel tiempo ha pasado. Era ayer... ahora volteáis y veis que os
separa un largo tiempo que el horror multiplica con su sangrienta intensidad.
Os refugiáis en el recuerdo, pero montones de escombros y huesos de tumbas os
destruyen la dulzura del recuerdo con la realidad del presente.
¡Oh! hombres, hombres que insultáis a Dios con la boca y el corazón
creyendo que os es lícito hacerlo, oíd, hombres, la voz de Dios, desgarrada y
desgarrante, que ya truena sobre el mundo porque no sirve hablaros por boca de
siervos y amigos, y que os anuncie su ira, y que os llama nuevamente porque el
tener que castigaros le aflige.
Antes que la ceguera de vuestros espíritus sea total, venid al Médico y
a la Luz. Antes que la sangre sea tanta que sea un lago de muerte, venid a la
fuente de la vida. Juntad vuestras miserables capacidades de amor y entregadlas
a Dios. El Amor os perdonará por estas migajas de amor, sobrantes de la
voracidad de la carne y de Satanás, que vosotros ofrecisteis a El.
A Dios deben darse las primicias y la totalidad de los bienes. Pero
puesto que esto no lo habéis sabido hacer, ¡oh! hijos que me habéis costado la
vida, dad al Señor grande, piadoso, poderoso, lo que todavía os queda. En
vuestra pobreza de espíritu, pobreza no evangélica sino humana, arrancaos del
corazón el último pedacito, negad a la carne lo que queda y dádmelo a Mí. Se
que a un amado mío le cuesta menos el sacrificio de la vida, porque el amor lo
extasía, que lo que cuesta a vosotros el sacrificio de un beso.
Y por vuestro esfuerzo, desproporcionado a la ofrenda, os daré un premio
desproporcionado al don. Os lo daré con tal que vengáis.
Quien trabajó bien en la última hora será admitido en el Reino como el
que permaneció en el arado, hasta caer sobre el mismo, desde su aurora hasta su
anticipada noche. De que haya moradas diferentes en el Cielo no os lamentareis;
allá no existen las mezquindades de las envidias humanas. Conquistad este Cielo
que he creado para vosotros y que os he abierto con mi muerte de Cruz. Venid al
Señor antes que el Señor venga sobre vosotros con su majestad de Juez.
Y por lo que toca a vosotros, mis amados, permaneced en el camino que
habéis elegido. Torbellinos y tempestades no podrán haceros perder la meta que
soy Yo, pues mi Corazón está abierto para recibiros con el beso de amor más
vivo.
Dejad que caigan reinos y pueblos, y lo que ahora se cree poderoso se
convierta en ceniza y escombros, y lo que ahora se cree lícito como imponer
voluntades y doctrinas se convierta en polvo triturado por la Voluntad y por la
Ley de Dios.
En mi breve reino sobre el mundo Yo seré el que reinaré, Yo y los restos
de mi pueblo, o sea los verdaderos fieles, aquellos que no habrán renegado a
Cristo ni recubierto la señal de Cristo con la tiara de Satanás.
Caerán entonces las mentirosas deidades del pseudopoder, las doctrinas
obscenas renegadoras de Dios, Señor omnipotente.
Mi Iglesia, antes que la hora del mundo termine, tendrá su
resplandeciente triunfo. Nada es diferente en la vida del Cuerpo Místico de lo
que fue en la vida de Cristo. Habrá el hosanna de la víspera de la Pasión, el
hosanna cuando los pueblos, presas de la fascinación de la Divinidad, doblarán
la rodilla delante del Señor. Después vendrá la Pasión de mi Iglesia militante,
y finalmente la gloria de la Resurrección eterna en el Cielo.
¡Oh! bienaventuranza de aquel día en el cual habrán terminado para
siempre los engaños, las venganzas, las luchas de esta tierra, de Satanás, de
la carne! Entonces mi Iglesia estará compuesta de verdaderos cristianos.
Entonces en el penúltimo día serán pocos como al inicio, pero santos como al
inicio. Terminará en santidad como en santidad comenzó. Fuera permanecerán los
mentirosos, los traidores, los idólatras. Aquellos que en la última hora
imitarán a Judas y venderán su alma a Satanás dañando el Cuerpo místico de
Cristo. En ellos la Bestia tendrá sus lugartenientes para su última batalla.
Y ay de quien en Jerusalén, en los últimos tiempos se haga culpable de
tal pecado. Ay de los que en ella saquen provecho de su investidura para
obtener ganancia humana. Ay de los que dejarán perecer a los hermanos y
olvidarán de hacer, de la Palabra que les he confiado, pan para las almas
hambrientas de Dios. Entre quien renegará abiertamente de Dios y quien lo
renegará con sus obras. Yo no haré diferencia. Y en verdad os digo, con dolor
de Fundador excelso, que en la última hora tres cuartas partes de mi Iglesia me
renegarán, y los deberé cortar del tronco como ramas muertas o corruptas de
lepra inmunda.
Pero vosotros que permanecéis en Mí, oíd la promesa de Cristo. Esperadme
con fidelidad y amor y Yo vendré a vosotros con todos mis dones. Con el don de
los dones: Yo mismo. Vendré a redimir y a curar. Vendré a iluminar las
tinieblas, a vencerlas y expulsarlas. Vendré a enseñar a los hombres a amar y
adorar al Dios eterno, al Señor altísimo, al Cristo santo, al Padre, al Hijo,
al Espíritu Santo. Vendré a traeros no la paz de este mundo, eterno destructor
de la Paz, sino la Paz del Reino que no muere.
Alegraos, oh mis siervos fieles. Esto os lo dice la boca que no miente.
Vosotros no tendréis que temer de ningún mal porque pondré fin al tiempo del
mal, anticiparé este fin por piedad de mis benditos. Alegraos sobre todo
vosotros, mis amados de ahora. Para vosotros aún más pronto será el adviento de
Cristo y su abrazo de gloria. Para vosotros ya se abren las puertas de la
Ciudad de Dios y sale vuestro Salvador para veniros al encuentro y daros la
Vida verdadera.
Todavía un poco más y vendré. Como a Lázaro, mi amigo, Yo os llamaré uno
a uno: ¡Ven fuera!". Fuera de esta vida de la tierra que es tumba
para el espíritu encarcelado en la carne. Fuera. En la Vida y en la libertad
del Cielo.
Llamadme con vuestro amor fiel. Él sea la llama que funde las cadenas de
la carne y da al espíritu la libertad de venir junto a Mí. Decid el más bello
grito escrito por un hombre: "Ven, Señor Jesús".
29-octubre-43, página 506.
Dice Jesús:
Ya he repetido una y otra vez que se cree o no se cree, que mi tiempo no se mide con vuestra medida, que serán bienaventurados los que creerán sin exigir pruebas.
Ahora añado que la profecía puede tener períodos de repetición o de
aparente negación que posteriormente resulta ser una prueba puesta por Dios a
la fe de los hombres.
Todas las profecías antiguas y modernas (llamo antiguas a partir de Adán
a mi venida y modernas a partir de Mi venida hasta el momento presente, porque
vuestros veinte siglos son una fracción de hora respecto a mi Eternidad),
presentan algunos puntos que parecen equivocados, porque según vosotros debían
suceder en un período determinado y no se presentaron.
Pero el ojo de mi siervo ve con mi Ojo. Vosotros en cambio veis con el
vuestro. De este modo mi siervo habla o repite en mi Nombre, lo que vosotros
pensáis ya acontecido y puede ser un evento todavía pendiente de suceder en lo
futuro. Esto es aplicable a todas las profecías, aún las de los más grandes
espíritus.
A quien mira con sus ojos humanos puede parecer equivocada y contradicha
por los hechos también la Profecía perfecta: la Mía.
Leyendo los evangelios, tal parece que el fin del mundo sucede poco
después de la destrucción de Jerusalén. Pero ¿cuántos siglos han transcurrido
desde entonces? Sin embargo, el fin del mundo será precedido por las señales
que especifico y que a la ignorancia y temor vuestro, han parecido tantas veces
próximos. Solamente Yo se el momento que tendrán inicio y no considero
necesario decirlo. También por bondad hacia los vivientes de aquella hora.
¡No pretenderéis pensar que Yo, Profeta perfecto por ser depositario de
los secretos de la Divinidad, me haya equivocado! Así como no pensareis que se
hayan equivocado Pedro, Pablo y sobre todo Juan, que permaneció unido a su Maestro
también más allá del tiempo de mi tránsito entre los hombres. Y con todo, no
dice Pedro: “¿El fin de todas las cosas está cercano"? (Pedro I, cap. 4, v. 7). Y Pablo: "¿...Nosotros
vivientes que quedamos hasta la venida del Señor" (Tes. I, cap. 4, v.
15) y otra: "Vosotros sabéis que quien lo detiene es el Señor para que
no se manifieste sino a su tiempo. Ya el misterio de la iniquidad está en
acción" (Tes. II, cap. 2, v. 6-7).
Por esto parece que el Anticristo estuviese en acción desde entonces y
Dios no le permitiese todavía manifestarse en pleno para ser incinerado por Mí.
Y exhorta a los cristianos de ese entonces a permanecer firmes en la fe para
resistir a la iniquidad en acción. Finalmente mi Juan, el más iluminado, el que
tuvo conocimiento de los Cielos en facetas de eventos por acontecer conocidos
únicamente por Dios y le fue abierto mi corazón con todos los secretos más
secretos, ¿no termina el Libro tan sublime que parece escrito con pluma quitada
a un arcángel: "...el tiempo está cercano... Heme aquí, Yo vendré
pronto. El que atestigua estas cosas dice: Sí, vendré pronto"?
Pues bien, digo a vosotros las palabras de mis santos: "Delante
del Señor un día es como mil años y mil años como un día. No es que el Señor
retrase, sino que tiene paciencia...Existen cosas difíciles de entenderse que
los ignorantes y los poco estables revuelven para su perdición".
¡Oh! bienaventurados los creyentes que están contentos sin necesidad de
demasiadas pruebas, bienaventurados los que descansan sobre la Palabra del Señor
aún cuando les parezca oscura y no se buscan los tormentos de Tomás, que sufrió
más días que los demás por no creer en mi Resurrección, y después días
adicionales por el arrepentimiento de no haber creído hasta no haber
comprobado.
"Las preguntas necias, las genealogías, las discusiones y
contiendas, evitadlas, pues son inútiles y vanas" como dice Pablo (a
Tito, cap. 3, v. 9). Recordad que Juan escribe: "...Ahora son ya muchos
los anticristos, de lo que podemos entender que es la última hora... y unos renglones
más adelante escribe: No he escrito a vosotros como a quien no conoce la
verdad, sino como a quien la conoce y sabe que ninguna mentira puede venir de
la verdad" (I Juan, cap. 2,
v. 18-21). Finalmente os recuerdo que quien repite las palabras de Dios o habla
directamente, no lo hace por querer humano "sino inspirado por el
Espíritu Santo" como escribe Pedro (Pedro II, cap. 1, v. 21).
9-diciembre-43,
página 645.
Dice Jesús:
Mi Iglesia ha conocido períodos de oscurantismo debido a un complejo de
cosas diversas. No se debe olvidar que la Iglesia, considerada como entidad, es
perfecta como su Fundador; pero considerada como una colectividad de hombres
tienen los defectos propios de lo que son los hombres.
Cuando la Iglesia, ―y en este caso me refiero como tal a la reunión de los altos dignatarios de Ella―, actuó según las disposiciones de mi Ley y de mi Evangelio, la Iglesia conoció tiempos brillantes de esplendor. Pero ¡ay cuando anteponiendo los intereses de la Tierra a los del Cielo, se manchó a sí misma con pasiones humanas!
Tres veces ay, cuando adoró a la Bestia de la cual habla Juan, o sea el Poder político, y se hizo su esclava. Entonces necesariamente la luz se oscureció en crepúsculos más o menos profundos, tanto por defecto propio de los jerarcas ascendidos por astucias humanas a aquel trono, o por debilidad de los mismos contra las presiones humanas.
Fueron estos los tiempos en los cuales se manifestaron los "pastores
ídolos" de los
cuales ya he hablado, como consecuencia, en el fondo, de los errores en todo.
Porque si los cristianos fuesen como deberían ser, ya sean poderosos o
humildes, no existirían abusos e injerencias, y no se provocaría el castigo de
Dios que retira su luz a los que lo han rechazado.
En los siglos pasados, aquellos errores han producido los antipapas y
los cismas, los cuales, tanto los unos como los otros, han dividido las
conciencias en dos campos opuestos provocando ruinas incalculables de almas. En
los siglos futuros, aquellos mismos errores provocarán el Error, o sea la
Abominación en la casa de Dios, señal precursora del fin del mundo.
¿En qué consistirá? ¿Cuándo sucederá? Esto no es necesario saberlo.
Solamente os digo que de un clero muy cultivador del racionalismo y muy al
servicio del poder político, fatalmente produce un período muy oscuro para la
Iglesia.
Pero no temáis. La profecía de Zacarías se une como eslabón a eslabón con la de Juan. Después de este período de trabajo doloroso en el cual, perseguida por fuerzas infernales, la Iglesia como la mística Mujer de la cual habla Juan, después de huir para salvarse refugiándose en los mejores y perdiendo en la mística, (digo mística) fuga los miembros indignos, producirá los santos destinados a conducirla en la hora que precede a los últimos tiempos.
Mano de padre y de rey tendrán los que deberán reunir las estirpes en
torno a la Cruz para preparar la asamblea de Cristo. Ni una estirpe faltará a
la llamada, con sus mejores hijos.
Entonces vendré Yo y contra todas las insidias y astucias, los atentados
y los delitos de Satanás contra mi terrena Jerusalén, -la Iglesia militante-,
pondré mi poder como defensa.
Esparciré mi espíritu sobre todos los redimidos de la tierra. También
sobre los que ahora sufren, expiando las culpas de sus padres, y que no saben
encontrar salvación porque no se atreven a encaminarse a Mí, encontrarán la paz
porque, golpeándose el pecho, invocarán, ―de una manera muy diferente de sus
padres―, sobre ellos aquella Sangre ya esparcida, y que gotea continuamente de
los miembros que fueron atravesados por sus padres.
Como fuente, Yo estaré en medio de mi rebaño totalmente restaurado, y
lavaré en Mí todas las suciedades pasadas que el arrepentimiento ya habrá
empezado a desvanecer.
En ese entonces, Rey de Justicia y Sabiduría, ahuyentaré a los ídolos de
las falsas doctrinas, purgaré a la Tierra de los falsos profetas que en tantos
errores os han hecho caer. Yo sustituiré a todos los doctores, a todos los
profetas, más o menos santos o más o menos malvados, porque el último
adoctrinamiento debe estar limpio de imperfección, debiendo preparar al Juicio
final a los que no tendrán tiempo de purgación, pues serán llamados en seguida
a la prueba tremenda.
El Cristo Redentor, cuya meta es redimiros y que nada deja de intentar
para hacerlo, ya ha iniciado y acelera su segundo adoctrinamiento para combatir
con voz de verdad las herejías culturales, sociales y espirituales, surgidas
por dondequiera, y hablará con las señales de su Tormento. Ríos de luz y de
gracia saldrán de mis Llagas; heridas que han muerto al Hijo de Dios pero que
sanan a los hijos del hombre.
Estos carbones encendidos de mis llagas serán espada para los
impenitentes, los obstinados, los vendidos a Satanás, pero serán caricia a los
"pequeños" que me aman como padre amoroso. Sobre su debilidad
descenderá esta caricia de Cristo para fortificarlos y mi mano los custodiará
en la prueba la cual sólo resistirá quien me ame con amor verdadero. Serán una
tercera parte, pero ésta será digna de poseer la Ciudad del Cielo, el Reino de
Dios.
Entonces vendré no ya como Maestro sino como Rey, a tomar posesión de mi
Iglesia militante, ya hecha Una y Universal como mi voluntad la hará.
Terminado para ella el secular trabajo, vencido para siempre el Enemigo,
limpiada la Tierra por los ríos de la Gracia descendida por una última vez
sobre ella para hacerla como era al principio, cuando el Pecado no había
corrompido este altar planetario destinado a cantar con los otros planetas las
alabanzas a Dios, y que por la culpa del hombre se convirtió en patíbulo de su
Señor hecho carne para salvar la Tierra.
Vencidos todos los seductores, todos los perseguidores que con ritmo
acosador han turbado a la Iglesia mi esposa, Ella conocerá la tranquilidad y la
gloria.
Juntos subiremos para una última ascensión, Yo y mis santos, a tomar
posesión de la Ciudad sin contaminación, donde está preparado mi trono y donde
todo será nuevo y sin dolor. Sumergidos en mi Luz reinareis conmigo por los
siglos de los siglos.
Esto os consigue Aquel que por vosotros se ha encarnado en el seno de
María y nació en Belén de Judá para morir sobre el Gólgota.
11-diciembre-43,
página 649.